domingo, 27 de enero de 2019

NADÉ, NADÉ... Y ME AHOGUÉ EN LA ORILLA...

No llegué a contar cuántos estaban, pero eran tantos que casi no dejaban ver ni el sol... 10 minutos antes del partido ya estaba por ellos un equipo completo y nosotros eramos 2... Faltando cinco minutos logramos reunir un equipo (bueno, realmente éramos 4 y medio, pero estadísticamente contábamos cómo 5...). Ellos ya estaban... No sé, quizás 300, se movían mucho y era difícil contarlos, y cada vez que daban los cambios debían salir unos 20 o 30...
En la primera parte la pelota debía de ser ovalada, porque no atinábamos con la canasta ni a la de 3 (tampoco a la de 2), o eso o que el aro era muy pequeño y sólo cabía una pelota de tenis. El caso es que ellos tampoco estaban muy acertados y no se fueron más alla de los 12-13 puntos de diferencia en la primera parte.
En la segunda siguió la misma tónica (no sabemos si Finley o Schweppes), hasta que despertó Marcos y clavó un par de triples y nos llegamos a poner a 8 a falta de 5 minutos, jugándose Tono -es lo que tiene cargar con el equipo a las espaldas. O tienes mucha chepa o no hay manera de triunfar siempre...- bola para ponernos a 6. Ellos volvieron a arrear y parecía que ya sa acababa todo, pero unos minutos de "creo en la magia" nos volvieron a meter en el partido, que al final perdimos de 4.
Resultado final: 41-37.
De tanto ahogarnos en la orilla ya debemos de llevar vaciado medio Océano Atlántico del agua que tragamos. Las sensaciones siguen siendo buenas -llevan siéndolo toda la temporada, menos el primer partido con Centolos-, pero por desgracia con sensaciones no se ganan los partidos, se ganan si metemos más canastas que el rival o este mete menos que nosotros...

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